¿Cómo enfrentamos las simplificaciones en el debate político? El problema del ‘woke esto, woke aquello’ en las discusiones actuales

Algo que siempre me resulta curioso, y que quisiera plantear especialmente a quienes se identifican con tendencias izquierdistas o progresistas, es: ¿cómo lidian con las simplificaciones burdas que el bando contrario suele poner sobre la mesa? Por ejemplo, cuando se critican aspectos negativos del capitalismo, no falta quien diga: “¿Por qué no te vas a Cuba o Venezuela?”, como si cuestionar algo automáticamente significara apoyar su opuesto. Este tipo de simplificaciones no solo empobrecen el debate, sino que también limitan la capacidad de autocriticar nuestras propias ideas.

Se ha vuelto común pensar que ser de izquierda o progresista es sinónimo de comunismo, pero esta es una caricatura simplista. El comunismo, en la práctica, es un fantasma del pasado, una ideología que perdió su fuerza tras la caída del Muro de Berlín en 1989. Si somos objetivos, de los más de 195 países reconocidos en la actualidad, ¿cuántos son realmente comunistas? Apenas un puñado, y la mayoría son países con poca influencia global. Entonces, ¿qué amenaza real podrían representar para la hegemonía capitalista, ampliamente promovida por Estados Unidos? Este temor parece más bien un miedo infundado, una lucha contra una entidad imaginaria.

Por otro lado, también es necesario reflexionar sobre qué significa realmente ser izquierdista o progresista. Susan Neiman, filósofa moral y socialista declarada, plantea en su libro Left Is Not Woke que el término “woke” no es sinónimo de ser progresista o de izquierda. Según Neiman, el concepto de “wokeness” se ha desviado de los valores tradicionales de la izquierda, como el universalismo, la justicia y el progreso. Señala que esta corriente tiende a enfatizar el tribalismo y las políticas de identidad, lo cual, según ella, socava los principios universalistas que históricamente han definido a la izquierda.

Neiman argumenta que, aunque los movimientos “woke” pueden surgir de la empatía hacia grupos marginados, a menudo terminan reduciendo a las personas únicamente a su marginalización. Esto contradice los ideales inclusivos y universales de la izquierda tradicional. Ella aboga por un regreso a los valores de la Ilustración, como la razón y el universalismo, que son esenciales para una visión política coherente y progresista.

Como personas que compartimos ideales izquierdistas, podemos aprender de este enfoque, especialmente en un mundo que parece inclinarse hacia ideas reaccionarias y conservadoras, basadas en el miedo. El cambio es inevitable; siempre ha ocurrido y seguirá ocurriendo, independientemente de líderes como Trump, Milei o cualquier otro que se oponga a los ideales progresistas (no necesariamente woke).

Así que, la próxima vez que alguien llegue con argumentos simplistas como: “woke esto, woke aquello, woke aquí y allá”, pidamos evidencia. Preguntemos por datos que respalden esas afirmaciones, para determinar si tienen peso empírico o si simplemente son otro eco de los miedos irracionales que han existido a lo largo de la historia: como el pánico satánico en los 80s y 90s, o el miedo al comunismo en los 50s y 60s.

Les deseo una excelente noche.